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Esta página esta dedicada especialmente para los buenos escritores que comparten con nosotros su talento e imaginación sutil. 

Luis Arturo Hernández

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D.F.
México 


Crónicas y Leyendas

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ASESORIA DE HISTORIAS VIVAS QUE DATAN DE HACE MAS DE 75 AÑOS
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CRÓNICAS Y LEYENDAS
es una publicación del Colectivo Memoria y Vida Cotidiana, A.C.
Rep. del Salvador 3-301 Col. Centro C.P. 06000. Tel.: 512 99 53

TOMO DUODECIMO
Impreso del 26 de Septiembre del año de Dios de 1997

ArthurBoy 

EL INTRUSO

Foja #1 (uno)
Como no creía en la existencia de los hechos sobrenaturales ni lo que contaba la gente, nunca imaginó el horror que viviría al límite de su resistencia. A roberto le gustaba tanto la casa que cuando la empresa para la que trabajaba le ofrecio un departamento moderno, no lo aceptó. Eso sí, estrañaba, y mucho, a su esposa Anaís y a su hija de tres años, Sonia, a pesar de que iba a visitarlas cada quince días a Guadalajara, donde tenían su casa. Estuvo comisionado a la Ciudad de México durante un año por la empresa para implantar un nuevo método organización con el que se debería elevar la productividad en cuarenta por ciento. Por lo pronto era un buen sueldo el que devengaba.
-Perdóneme, joven, pero yo no sé como usted tiene sangre para vivir en esa casa. No lo quiero espantar pero en esa casa suceden cosas que usted ni siquiera imagina -le advirtió la dueña de la miselánea de la esquina donde cada tarde pasaba a comprar comestibles para cenar-. ¿Nadie le ha dicho que allí vivió el hombre que asesinó a una jovencita a la que enterró en la parte de atrás, en el jardín?
La historia le pareció terrible, tanto como para que un escritor hiciera una buena novela de ella.
-Quienes viven en esa casa no duran mucho tiempo porque luego se van, ¡pero volando! -agregó con una risa desdentada un pobre viejo que cargaba en la espalda una barcina de papelas y que tomaba pequeños tragos de una Coca cola mientras mascaba un mendrugo de pan.
Roberto vivó durante seis meses en esa casa de la colonia San Rafael, cerca del edificio de Mascarones. Se trataba de una casa edificada en el año de 1895, pero cálida y segura, y que lo hacía sentir bien al vivir en ella. No se preocupó de lo que decía la gente, a pesar de que crujían los pisos y las escaleras de madera, y alguna extraña corriente de aire hacía cascabelear los vidrios de las ventanas y azotaba las puertas contra los marcos como si alguien se dedicara a deambular por ella; varias noches lo despertaron algunos lamentos susurrados provenientes de las recámaras o de la cocina, de todos los muros de la casa; no obstante, las veces que se levantó de la cama para ir a ver no se encontró nada fuera de lo normal.



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